Reflexión 5 – La Liturgia de la Palabra, Parte I

Friday, Nov. 04, 2022
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By Special to the Intermountain Catholic

Nota editorial:  Esta es parte de una serie  de reflexiones sobre la importancia de la Eucaristía y lo que significa ser personas de la Eucaristía. Estas reflexiones son parte del Avivamiento Eucarístico de la Diócesis de Salt Lake City, el cual tuvo comienzo el 19 de junio y concluirá en el mes de julio del 2024, con el Congreso Nacional Eucarístico a realizarse en Indianápolis.

Estas reflexiones han sido diseñadas para ser leídas por un sacerdote, diácono o ministro durante las Misas,  después de la oración posterior a la comunión. Estas aparecerán impresas en este periódico, así como en el sitio diocesano en línea www.dioslc.org. La serie de reflexiones continuarán hasta el mes de junio del 2023 en preparación para el 9 de julio del 2023, día en que se celebrará el Rally Eucarístico Diocesano en el Centro Expositor Mountain América en Sandy.

Imagine que se encuentra con un amigo al que no ve desde hace tiempo. Los dos han acordado una hora y un lugar para encontrase y usted espera con ansias su llegada. Al llegar al lugar acordado, empieza a ver a su amigo en la distancia, acercándose a usted.

Al principio, está demasiado lejos para que lo vea o lo oiga con claridad. A medida que se acerca, empieza a distinguir los detalles de su figura y reconoce que es, de hecho, su amigo. Finalmente, se acerca lo suficiente como para que usted pueda gritarle y él le grite a usted, y pueda entender lo que dice. Está claro que esto no es suficiente. Quiere acercarse lo suficiente como para poder mirarlo a los ojos, abrazarlo y pasar tiempo con él en estrecha proximidad. Aun así, cuando estamos tan emocionados por ver a la persona, aprovecharemos al máximo cualquier medio de comunicación que tengamos disponible en ese momento. En la Misa, hemos acudido al lugar y al momento acordado para encontrarnos con Cristo en la Eucaristía, y como nuestro amigo, a lo largo de la Misa, Cristo se acerca a nosotros gradualmente.

Ya hemos hablado del rito introductorio y del rito penitencial, en los que podemos empezar a reconocer la presencia de Cristo, pero cuando pasamos a la siguiente parte de la Misa, la Liturgia de la Palabra, la presencia de Cristo se hace mucho más clara cuando podemos escucharlo realmente.

La Liturgia de la Palabra también nos recuerda que la Misa, de principio a fin, es un revivir de la Historia de la Salvación en su totalidad, desde los acontecimientos del Antiguo Testamento hasta los acontecimientos de los Evangelios. Esto se hace evidente de una manera a través de los rituales activos que realizamos durante la Misa, pero se hace más evidente en la Liturgia de la Palabra a través de las lecturas del Antiguo Testamento, los Salmos, el Nuevo Testamento y los Evangelios.

En cada una de las Misas a las que asistimos, las lecturas se han ordenado cuidadosamente para que podamos ver con claridad cómo Cristo cumplió lo que estaba escrito en el Antiguo Testamento. Cuando se miran las lecturas del día, se puede encontrar un tema que está presente en todas ellas.

Después de la primera y la segunda lectura, el lector dirá: “Palabra de Dios”. Nuestra respuesta, “Te alabamos  Señor”, reconoce que estas lecturas son mensajes de Dios dirigidos a nosotros, la congregación. Debería hablarnos tanto como lo hicieron con los cristianos del pasado, y seguirán hablando a los cristianos que continúen la fe en el futuro.

La palabra de Dios no es como nuestra palabra; tiene el poder de crear y transformar sólo con que Él hable. Lo que encontramos profundo en las lecturas del día y lo que nos llevamos de las lecturas revelan ese poder transformador que se hace en nosotros.

El Salmo Responsorial nos remite a la práctica del culto judío de cantar salmos continuamente durante sus rituales de sacrificio. La Misa católica es, después de todo, una continuación de los rituales judaicos (desde el estudio de las escrituras en las sinagogas hasta los sacrificios realizados en el templo). Esto enfatiza aún más que Cristo no vino a suprimir la Ley, sino a cumplirla.

La segunda lectura suele provenir de las epístolas de San Pablo, que eran cartas dirigidas a diferentes comunidades cristianas primitivas, o de los Hechos de los Apóstoles sobre los primeros tiempos en que se proclamaba el mensaje cristiano. Al volver a escuchar estas cartas y sus mensajes, estamos recibiendo las mismas palabras que los primeros cristianos escucharon cuando se reunieron para el Sacrificio de la Misa y la fiesta Eucarística.

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