Saludos en el amor y paz de Cristo. Hace una semana asistí al histórico Congreso Eucarístico Nacional en Indianápolis, Indiana en donde más de 50 mil Católicos Romanos muy respetuosamente y amorosamente se enfocaron en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Cualquier duda sobre la salud del catolicismo de esta nación fue solventada conforme nos reuníamos para alabar a Dios- Jesús nuestro Señor y el Rey Eucarístico.
Pero una semana después, la realidad del mundo en que vivimos con nuestra preciosa fe Católica se hizo dolorosamente clara durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos en Paris. La Ultima cena- la cele-bración de la primera Misa, la cual es la fuente y cumbre de nuestra vida Cristiana en donde Jesús nos dio su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad la noche anterior a su muerte por su amor y por nuestra sanación- fue abiertamente e irreverentemente insultada, burlada mediante una parodia grotesca y repugnante.
Mucho se ha escrito sobre dicha acción y dicho como reacción de los Cristianos. Todas sin dudarlo válidas. Las cartas que han sido enviadas al comité Olímpico y al gobierno francés pueden no haber sido escuchadas. (Nota editorial: El domingo después de que el Obispo Solis escribiera este artículo un vocero de las Olimpiadas público una declaración diciendo que “claramente nunca existió una intención de faltar el respeto a cualquier grupo religioso.”] Pero no podemos permanecer en silencio. Necesitamos combatir una cultura sin civilidad, reverencia y respeto por el corazón y creencia de las personas. Los Cristianos no son personas vengativas. No odiamos a quienes persiguen, ridiculizan y se burlan de nosotros. En su lugar, amamos, hacemos el bien e inclusive oramos por nuestros enemigos.
Como su Obispo, sugiero una solución cristiana alternativa, y les pido a todos los fieles de Utah, que primero recen y realicen un Acto de Reparación ante el Sagrado Corazón de Jesús, utilizando sus propias palabras o utilizando el rico tesoro de las oraciones para este propósito. Después encuentren un momento de silencio ante el Santísimo Sacramento y ofrezca un Rosario (aunque sea solo una década) por el cambio de corazones de quienes atacan nuestra fe, Y por último, en los días venideros rea-licen un sacrificio extra, ya sea ayuno (si su salud se lo permite) o el dejar de comer ese helado, o dejar de usar el celular o plataformas sociales por unas horas.
La burla de nuestra fe en una ceremonia inaugural me recordó las palabras de un teólogo Jesuita, el padre John Hardon quien escribió que “en el futuro solo los Católicos heroicos y familias católicas heroicas sobrevirán los días venideros. ¿Por qué? Porque solo los Católicos heroicos serán capaces de ponerse de pie ante la persecución que está más cerca de lo que queremos creer.”
Un último pensamiento: hagan de esto lo que quieran, pero el sábado por la noche hubo un apagón en Paris el cual puso en obscuridad a gran parte de la ciudad. Pero en lo alto del monte Montmartre la Basílica Sacre Coeur brilló en la obscuridad de la noche, un poderoso recordatorio de que Jesucristo realmente es la luz del mundo.
Valientemente profesemos nuestra fe y proclamemos el amor de Dios por el mundo. Encontremos la fortaleza en la perdurable presencia de Jesús en la Eucaristía. Nuestra mejor arma es el testimonio de la fe en Dios quien nos ama y quien nunca nos abandona, y eso es algo que el mundo nunca ha podido ignorar.
Traducción: Laura Vallejo
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