Los sacrificios de la Cuaresma nos recuerdan que necesitamos a Dios

Friday, Mar. 07, 2014
By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

Al iniciar este hermoso tiempo de Cuaresma, por lo general, nos detenemos a pensar qué hacer para la Cuaresma, o para ser más directos, qué "sacrificaremos", durante la Cuaresma. Los Católicos llevamos muy adentro de nosotros una larga tradición en hacer actos penitenciales durante los cuarenta días para prepararnos para la Pascua. Dichos sacrificios provienen de nuestro entendimiento sobre la modificación, es decir, morir uno mismo para que Cristo resucite dentro de nosotros en la Pascua. Entonces, ¿cómo el "sacrificar los dulces" me prepara para la Pascua?. ¡Buena pregunta! Permíteme que trate de darte una respuesta.

La primera Pascua ocurrió hace dos mil años (2,000). No hay nada que yo pueda hacer para realzar o mejorar ese acto de amor salvífico que llegó cuando Dios el Padre nos dio a su único Hijo, quien a su vez sufrió, murió y resucitó de nuevo para que todos tengamos vida eterna. Sin embargo, hay algo que yo sí puedo hacer para acoger esta realidad en mi vida, y es abrirme a las gracias de la resurrección de Cristo. San Juan Bautista lo puso así: "Debo rebajarme y Cristo debe aumentar". Yo estoy lleno de deseos, de ego y de ambición.

Existe una tendencia natural en todos nosotros de ponernos en el centro del universo. Para poder oponerme a esta tendencia y mantener a Cristo como el centro de mi vida, realizo prácticas o sacrificios que me recuerden de mi necesidad, mi dependencia absoluta de Cristo.

Es Cristo, a través de quien, por quien y en quien todas las cosas han sido creadas y existen. La Cuaresma es un tiempo de deshacernos de todo y llegar a la esencia verdadera de la vida, que es Cristo.

Así que cuando estemos pensando qué es lo que "daremos en sacrificio" para la Cuaresma, toma un momento y recuerda por qué, en primer lugar, hacemos estos actos de penitencia.

Nuestros sacrificios nos recuerdan que el mundo no gira alrededor de nosotros. Ellos nos recuerdan que somos pecadores puestos ante la necesidad del amor de Dios, un amor que nos llega en cada momento de nuestras vidas en la persona de

Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, cuya resurrección nos prepara para celebrar los cuarenta días de Cuaresma.

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