El Día de Muertos: una celebración llena de vida

Friday, Nov. 07, 2008
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Karina Contreras muestra cómo hacer una flor de papel para decorar el altar durante la celebración del Día de Muertos en el Centro de Celebración Cultural de Utah. La ciudad de West Valley es anfitriona de este festejo desde hace cinco aņos. Una Mano Amiga organiza este evento que ya es en sí una tradición . foto de IC por Priscilla Cabral

WEST VALLEY CITY — "Nada es seguro en esta vida, excepto la muerte", dice un viejo refrán.

Por más inevitable que sea la muerte, muy pocos la queremos enfrentar. Pero en México sucede algo muy peculiar: a la muerte se le teme y se le respeta al mismo tiempo que se le venera y se le hace burla. Esta ambivalencia del pueblo azteca con "la huesuda" se traduce plenamente en el Día de Muertos.

"Esta es una ocasión para recordar y honrar a las personas que ya murieron," dijo Yolanda Espinoza, voluntaria para la celebración que se lleva a cabo en el Centro de Celebración Cultural de Utah (UCCC por sus siglas en inglés).

Desde hace cinco años, la organización sin fines de lucro Una Mano Amiga y UCCC unen fuerzas para preservar la tradición del Día de Muertos entre los hispanos y fomentar la educación y el respeto hacia esta celebración en otras culturas.

"La participación de la comunidad ha aumentado año con año", dijo Rocío Mejía, Directora de Una Mano Amiga. Mejía agregó que le alegra notar que el número de hispanos es el que más ha incrementado. Esto significa que "Creen en nuestra cultura y quieren retomarla", dijo rodeada de un ambiente musical que evocaba el sabor agridulce de la muerte.

El Día de Muertos es el producto de la fusión de la cultura azteca y las tradiciones cristianas. Los indígenas celebraban la terminación de la cosecha del maíz durante la primera luna llena de noviembre y creían que en ese día sus muertos tenían el permiso de regresar a la tierra y de ser parte de este festejo.

Para persuadir a sus difuntos a que regresaran, los aztecas visitaban las urnas que contenían las cenizas de sus seres queridos y les llevaban sus platillos favoritos, tradición que aún permanece y que estuvo presente en el altar de exposición en UCCC.

Un altar típico tiene tres niveles que según algunos representan el presente, pasado y futuro. Otros consideran que los niveles representan los tres estadios de la Iglesia: Militante, purgante y triunfante. Además, el altar incluye fotos y ofrendas con las comidas y bebidas favoritas de los difuntos, flores, calaveras de azúcar y pétalos de cempasúchil – una flor anaranjada – que guían al muerto en su camino de regreso, entre otras cosas.

En el tiempo de los aztecas, los pétalos de cempasúchil se utilizaban para indicar el camino a Mictlán que significa "residencia de los muertos". Hoy día, los pétalos se dirigen hacia una imagen de Jesucristo o la Virgen.

Al igual que la costumbre azteca, la doctrina católica nos dice que la muerte no es el final de la vida. En la segunda carta a los corintios, San Pablo dijo "Mas confiamos, y más quisiéramos partir del cuerpo, y estar presentes al Señor." (2 Co 5: 8 ).

El 2 de noviembre, la Iglesia celebra la Conmemoración de los Fieles Difuntos. El papa Benedicto XVI dijo en una misiva que en este día "La Iglesia invita a rezar por los difuntos" con la esperanza "que su recuerdo nos lleve a meditar en la eternidad, orientando nuestra vida hacia los valores que no perecen".

Juan Pablo II resaltó la necesidad de orar por los difuntos en una misiva enviada en el 2002 a las Religiosas Mínimas de Nuestra Señora del Sufragio diciendo que "El amor cristiano no conoce fronteras y sobrepasa incluso los límites del espacio y del tiempo, permitiéndonos amar a quienes han dejado ya esta tierra".

Por eso la Iglesia también recomienda, además de la oración, las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia a favor de los difuntos, especialmente en el día que fue instituido para esta tarea.

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