4 Min. de Reflexión Conversatorio 2: Preparación para la Misa

Friday, Dec. 12, 2014

Hay un antiguo dicho que dice: “Recibimos lo que damos”. Para recibir algo Bueno, tenemos que dar, ya sea adquiriendo educación, teniendo un buen desempeño en un puesto de trabajo, o incluso aprendiendo a jugar al golf.  
Esto se aplica con igual intensidad cuando asistes a la Misa – recibimos lo que damos. A veces podemos oír la gente quejarse, “No entiendo nada de la Misa.” Tal declaración plantea la pregunta: “¿Cuánto le diste?” Y no me refiero al plato de las donaciones. Más bien: ¿cuánto diste  preparándote  para la Misa? ¿Nos apuramos para llegar en el último minuto justo antes de que se inicie la procesión, con nuestros corazones y nuestras mentes aun atrapadas en las preocupaciones y problemas que teníamos al momento de despertar? O tomamos el tiempo necesario para prepararnos para la Misa? Cuánto es lo que dimos, para poder recibir?
La mayoría de nosotros podemos recordar algún  momento en nuestras vidas cuando nos preparamos durante horas  para una gran cita. ¿Por qué? Porque sabíamos que para recibir la atención, el amor y el afecto de otra persona, teníamos que dar de nosotros mismos; y que, al hacerlo, nos darían la atención que esperábamos. En la Misa, nos encontramos con alguien en forma sacramental cuyo atractivo va más allá de toda otra experiencia: este es Cristo el Señor. Pero para recibir una bendición, debemos dar de nosotros mismos,  a fin de recibir. Al igual que para la gran cita, debemos prepararnos.
Nuestra preparación debe empezar mucho antes del inicio de la misa: lo ideal, que sea durante los días previos a la misa dominical. Deberíamos empezar por leer las Escrituras que corresponden a ese domingo, seguidas de un rosario. Mantenernos en ayunas por lo menos una hora antes de asistir a Misa,  ayuda en la preparación. Pero ante todo, debemos esforzarnos por estar en paz  con los demás, porque como dijo Jesús: “Si traes tu ofrenda al altar y te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda en el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. (Mateo 5:23)
Podemos prepararnos  para la Misa empezando por perdonar y reconciliarnos con los demás. El Sacramento de las Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación  pueden  hacer maravillas en la pacificación de una conciencia, que de otra manera se encontraría en conflicto.
A veces podemos poner en peligro  nuestra preparación para la Misa  por llegar tarde, apresurándonos  para encontrar un lugar donde parquear,  y, a continuación buscando un lugar discreto donde sentarse... ciertamente  nunca el primer banco! Las tradiciones de la Iglesia nos pueden ayudar a tomar las cosas con calma,  podemos empezar por entrar en actitud de adoración. Pararnos un momento en la entrada de la iglesia, humedecer los dedos en el agua bendita, y  reflexionar unos instantes en el significado de lo que estamos haciendo. Antes de las Misa,  uno puede también  hacer una pausa para encender una vela votiva y ofrecer una breve oración. Entrar luego en la iglesia lentamente y con reverencia, haciendo una pausa para hacer una genuflexión ante el Santísimo Sacramento o para hacer una inclinación profunda ante el altar. Si fuera  posible, arrodillarse durante unos minutos para ofrecer oraciones o reflexionar sobre una intención especial para esa Misa.
El sacrificio de la Misa es el acontecimiento más importante que sucede cada domingo. Pero para recibirlo bien, tenemos que estar dispuestos a dar. Y cuanto más demos, más recibiremos.

For questions, comments or to report inaccuracies on the website, please CLICK HERE.
© Copyright 2024 The Diocese of Salt Lake City. All rights reserved.