Reflexión por el Año de la Misericordia

Friday, Oct. 21, 2016

La comunicación es una ponderosa manera de conectarse con las personas. Aun así, es algo que no es fácil en este mundo lleno de charlas sin término. El punto es que cada vez me doy más cuenta de la importancia de escuchar. De hecho, se ha convertido en parte de mis ‘trabajos de misericordia’ personales.

Recientemente en una clase de yoga me recordaron tener juicio y estar atenta a lo que mi cuerpo me dice para así poder obtener más beneficios de esta práctica. Para lograr esto se requiere que mi mente estuviese quieta y en silencio. Similarmente, escuchar requiere más que solo oír las palabras de alguna persona; significa el responderles estando atentos- en esencia encontrar el camino hacia la empatía y misericordia. Esto también, requiere silencio.

Bien sea que yo estoy ‘aconsejando a quien duda’ o ‘confortando a quien sufre’ no hay nada más importante que dar tiempo para que los demás compartan sus pensamientos. El impacto que el escuchar tiene es profundamente aparente cuando dejo que mis hijos me cuenten los altos y bajos de sus días en la escuela. Recuerdo estar callada y dejarlos hablar sin ofrecerles comentarios o consejos no solicitados. Esto requiere de una gran paciencia y sensibilidad, pero la recompensa lo vale. Estoy aprendiendo que el ponerles atención ha creado un nuevo nivel de encuentro y de conexión; una relación más cercana que calladamente los acompaña. Para mí el escucharlos se ha convertido en un acto de generosidad y de gratitud ante los jóvenes en los que se están convirtiendo.

La misericordia infinita de Dios se muestra a través de su paciencia y comprensión de nuestras debilidades. Él nos escucha como un acto de amor. Conforme continúo practicando el yoga, batallando con las poses y movimientos, recuerdo que el escuchar no es fácil. Aprender a comunicarse y a amar a través de escuchar es un don de la misericordia el cual continúo orando y tendré que seguir practicando.

Susan Dennin

Directora de Comunicaciones de la Diócesis de Salt Lake City