Mujer lleva vida de fe, servicio, y generosidad

Friday, Mar. 28, 2008
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Rocío Mejía le enciende una vela a la Virgen de Guadalupe que tiene en el pequeño altar que hizo en su recámara. ?Me tomó muchísimos años, pero le pude cumplir la promesa de llevar a mis hijos a su basílica,? dijo. foto del IC por Priscilla Cabral

WEST JORDAN—"Lo puse de cabeza y le pedí que me buscara un buen marido; alguien con valores morales, a quien le guste estar en casa y quien sea trabajador." La fe de Rocío Mejía fue recompensada y poco después, San Antonio le concedió el deseo y le encontró el esposo que tanto quería.

"Marco es mi esposo, mi amigo, mi compañero," dijo Mejía.

Pero la historia de Mejía no es solo una historia de amor, sino también una de fe y de servicio al prójimo.

"Nací en Morelia, Michoacán, México en una familia numerosa y muy pobre. Mi mamá trabajaba muchísimo para poder darnos una educación Católica porque ella pensaba que era la mejor educación posible."

Así es cómo Mejía fue expuesta a la iglesia desde pequeña y su prueba de fe también la recibiría a una edad temprana.

"Mi madre y yo nos vinimos a vivir a los Estados Unidos cuando yo tenía 15 años," dijo. "Yo estudiaba y trabajaba para poder mandar dinero a México; y cuando tenía 16 años, tuve a mi primer bebé, Marla."

El entonces esposo de Mejía murió casi 12 años después de que se casaran.

"Mis dos hijos, Marla y René, todavía eran muy chicos y yo estaba sola," dijo con lágrimas en los ojos. Mejía admite haberse enojado con Dios. "Le decía ‘No se vale. ¿Por qué a mi? ¿Por qué te llevas a mi marido y me dejas sola?’ Yo no sabía qué hacer."

Sin embargo, Mejía encontró apoyo en la iglesia y se reconcilió con Dios. "Entendí que la muerte es algo por lo que todos pasamos, que hay cosas que no podemos controlar; estas cosas son la voluntad de Dios y no se puede hacer nada más que aceptarlas y aprender de ellas," dijo.

Cinco años más tarde, Mejía se sintió lista para tener otra relación. Fue entonces cuando le pidió a San Antonio que le encontrara el hombre indicado.

"Estaba buscando trabajo y me pidieron que fuera a una entrevista. Había mucha competencia y por eso estaba contenta cuando me contrataron. Marco era mi jefe."

Marco y Mejía se casaron dos años después y tuvieron a su hijo José.

Acerca de su matrimonio, Mejía dice que la comunicación entre pareja y con Dios son esenciales. "No podríamos mantenernos unidos por tantos años sin saber y conocer la palabra de Dios," dijo.

"Tratamos de leer la Biblia en familia. Generalmente, Marco es quien nos guía."

Mejía se esfuerza por poner en práctica lo que lee en la Biblia y desde hace años, dedica su tiempo a ofrecerle una mano a los demás.

"Cuando José comenzó a ir a la escuela, decidí hacer algo con mi tiempo libre y formé parte del comité de planeación para el Departamento de Salud," dijo Mejía.

Entonces se dio cuenta que muchas de las necesidades de la comunidad Latina no estaban siendo atendidas y fundó Mano Amiga, una organización sin fines de lucro. "La misión es preservar la cultura, mejorar la educación y hacer obras comunitarias," dijo.

A través de Mano Amiga, Mejía colabora con otras organizaciones para cumplir con este propósito.

"Cada año, ponemos un altar en el Centro de Celebración Cultural en West Valley para festejar el Día De Los Muertos. También ahí, ponemos un nacimiento durante la temporada navideña."

Mano amiga tuvo en Febrero un evento para ayudar a los damnificados de las inundaciones en Chiapas y Tabasco, México. Igualmente, tiene un programa que funciona como un plan de seguro que cubre los gastos de funeral y de transportación para los inmigrantes que deseen ser enterrados en sus países de origen.

"Solo tienen que comprar la membresía por $100 anuales y llenar la documentación," dijo.

Aunque la labor con Mano Amiga es muy satisfactoria, también puede ser todo un reto para Mejía al tratar de combinarla con su trabajo y sus otros compromisos. "Tienes que sacrificar tiempo que sería para ti o tu familia," dijo.

Cuando se le preguntó si era devota de algún santo o de la virgen, Mejía respondió sin duda alguna y con una sonrisa: "De la Virgen de Guadalupe. Tengo una virgencita que me regaló mi mamá y que era de mi abuela en un altar en mi casa. Cuando me la dio me dijo: ‘Ella es la madre de mi madre; y siempre te bendecirá y cuidará a tus hijos.’"

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