¡Saludos de la paz y el amor!
El mensaje de Pascua de luz y de la vida nueva suena fuerte en nuestra nación y en el mundo conforme salimos de la obscuridad de la pandemia, de los muchos asesinatos sin sentido y del alza en la violencia racial y los sentimientos de odio contra las minorías y las personas de color.
No podemos permanecer en silencio, y esto requiere de nosotros una acción más concreta para ayudar a parar la injusticia racial y las inequidades en nuestra sociedad. Esto comienza cuando cada uno reconocemos y nos amamos los unos a los otros como hermanos y hermanas creados a imágen y semejanza de Dios, quien nos dio una dignidad humana igualitaria, y reconociéndonos como miembros de una familia global.
Los recientes eventos pueden fácilmente distraer, frustrar y desanimarnos del enfoque del mensaje de Pascua. Pero Dios permanece con nosotros y Su perdurable presencia se manifiesta en una multitud de formas misteriosas: en los innumerables actos de bondad, compasión, caridad y sacrificios heroicos de muchos de nuestros hermanos.
También hay otros recordatorios. Nuestro Santo Padre nos llama a “una amistad fraternal para la edificación de un mejor, más justo y más pacífico mundo,” esto en su reciente encíclica, Fratelli Tutti, la cual nos inspira a sobrellevar esos retos. Así mismo, la carta pastoral de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos ‘Abramos nuestro corazones: el ince-sante llamado al amor’ nos reta a sanar, a través de nuestro encuentro con el Dios vivo en la persona de Cristo, quien lleva a la conversión de corazones, los efectos de la polarización que el racismo sistemático e institucional han traído a nuestra sociedad
La esperanza para una nueva normalidad y para el comienzo de una vida nueva después de la pandemia, se acerca. La resurrección de Cristo nos demuestra el poder que el amor, la luz y la vida, son más fuertes que el odio, la obscuridad y la muerte. Permanezcamos firmes en nuestra fe.
Nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, nos pide seguir en oración. Durante el mes de mayo, la tradición de nuestra Iglesia expresa el amor y devoción a la Santa Virgen María. Quiere que “redescubramos la belleza del Rosario en nuestros hogares y llama a los fieles, a las familias y a las comunidades a recitarlo junto con él todos los días del mes Mariano por el fin de la pandemia.”
El Papa expresó que “Las restricciones de la pandemia nos han “obligado” a valorizar esta dimensión doméstica, también desde un punto de vista espiritual. Contemplar juntos el rostro de Cristo con el corazón de María, nuestra Madre, nos unirá todavía más como familia espiritual y nos ayudará a superar esta prueba,” dijo el Papa Francisco en su carta, con la promesa de que rezara por todos, “especialmente por los que más sufren,” y pide que nosotros también rezamos por él. (Carta del Santo Padre Francisco a todos los fieles para el mes de mayo, Roma, San Juan de Letrán, 25 de abril de 2020, Fiesta de san Marcos, evangelista.)
Conforme continuamos celebrando el Año de San José, no olvidemos buscar su intersección, el Santo Padre ha descrito la vida de San José como “una figu-ra extraordinaria, y al mismo tiempo «tan cercana a nuestra condición humana»”, observando que “El Señor quiere forjar corazones de padres, corazones de madres; corazones abiertos, capaces de grandes impulsos, generosos en la entrega, compasivos en el consuelo de la angustia y firmes en el fortalecimiento de la esperanza.” (Mensaje del Santo Padre Francisco para la 58 jornada mundial de oración por las vocaciones). Que todos aprendamos de él para llegar a ser hijos obedientes de Dios y discípulos dispuestos de Cristo.
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