En el 2011 se me ofreció la oportunidad de construir un mundo más pacífico y justo como el enlace gubernamental para la Diócesis de Salt Lake City. Desde ese entonces, este ha sido un maravilloso recorrido, trabajando con algunas de las mejores personas que he tenido el placer de conocer. Este es un momento agridulce al partir de la diócesis para unirme a los esfuerzos del condado de Salt Lake para tratar de construir un condado más justo y con más paz.
Gracias a las oportunidades que tuve en la diócesis para defender la dignidad y santidad de cada vida, pero especialmente de nuestros hermanos y hermanas quienes viven en pobreza, ahora estaré en una posición para ayudar a que el condado desarrolle pólizas que impacten directamente las vidas de los más vulnerables en nuestro estado. Como directora del Consejo de Justicia Criminal, estaré trabajando junto a líderes del condado de varias agencias, en alcances comprensivos para trabajar en el problema de las personas que ciclan entre la cárcel y la indigencia, entre otros temas. Gracias a la con-fianza que la diócesis depositó en mí, he podido urgar en ambos ámbitos desde una perspectiva que es crítica en la póliza pública - al ver la dignidad y el valor en cada vida.
Despedirme de mi papel en la diócesis no ha sido fácil. Este ha sido más que un empleo para mí; ha sido un mi-nisterio, y uno en el que pasado por varios momentos de gracia. Desde viajar con personas de la Villa en Malawi hasta trabajar con las mujeres de la prisión estatal de Utah, he aprendido lecciones de vida acerca de la humanidad y la divinidad.
Hablando de las verdades y poder del Evangelio, ver y ser parte del trabajo de nuestra Iglesia en el mundo ha sido muy inspirador, aunque en ocasiones increíblemente frustrante. No dejaría este trabajo por nada menos que la oportunidad que el condado me ha ofrecido para involucrarme más profundamente en una reforma sistemática de nuestro sistema de justicia criminal, y para ayudar a lograr un impacto en las personas que viven en pobreza extrema.
Estoy profundamente agradecida a quienes me han dedicado su apoyo durante mis años de ministerio. Me he deleitado con la oportunidad de escribir y presentar la belleza y profundidad de las enseñanzas sociales Católicas, levando esa enseñanza al público, oponiéndonos al la pena de muerte, apoyando a los programas anti pobreza a nivel local, nacional y globalmente, y para representar nuestra voz Católica. Es nuestra enseñanza, urgiéndonos a la construcción de un mundo más pacífico y justo, el cual me lleva a la siguiente etapa de mi ca-rrera. La enseñanza Católica en opciones preferenciales para el pobre, para la dignidad y santidad de la vida, para los derechos y responsabilidades, y para la solidaridad y sustentabilidad entre los demás, inspiraron mi trabajo en la diócesis y lo seguirá haciendo en mi cambio hacia el gobierno del condado.
Extrañaré a las amistades que he hecho durante mis años en la diócesis. Desde mis defensores favoritos de justicia social en St. Joe en Ogden, hasta mis compañeros en acciones sociales y conferencias católicas nacionales. Hasta los maravillosos equipos de Catholic Relief Servi-ces quienes trabajan para mejorar la pobreza e inequidad mundial. He conocido a muchas personas extraordina-ries quienes realizan bien en cada esquina del mundo. Es en los lugares en donde nuestra Iglesia vive y respira que he sido testigo de la belleza de nuestras enseñanzas, y he tenido el privilegio de servir en varios lugares en donde la Iglesia está activamente comprometida en áreas de profunda necesidad.
Seguiré orando por el éxito mutuo de todos los que seguimos tratando de construir una sociedad más justa y pacífica, aunque ahora será por caminos divergentes.
Nota editorial: Jean Hill recibió numerosos reconocimientos por su columna, la cual apareció en las páginas del Intermountain Catholic por los últimos 12 años. Su último día en la Diócesis de Salt Lake City es el 3 de noviembre, 2022.
Traducción: Laura Vallejo
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